Detrás de todo joven futbolista hay una madre resignada a cambiar sus planes el fin de semana, a peregrinar por toda la geografía futbolística, a modificar sus prioridades, su estilo de vida si hace falta, todo para que su niño, a quien le apasiona el fútbol y juega en el equipo de la escuela de su pueblo, disfrute de su deporte favorito.
Son las madres futboleras, sin las cuales no existiría el fútbol de niños.
Su labor es muy importante en este mundillo; son ellas las que preparan las mochilas de los jugadores, ponen sus coches para los traslados, animan en la grada al equipo, critican las entradas duras que le hacen a sus hijos los del equipo rival, etc.
La madre está más presente mientras más pequeño es el niño. Es una especie que habita entre nosotros: “la mater balompédicus”.
Además, no podemos olvidar que es ella la que habla con el entrenador si su niño está convocado o no, si el niño tiene algún problema en los entrenamientos, si el niño va a faltar por algún examen, si se juega o no se juega, y por supuesto, para organizar alguna que otra comilona.
Que sería del fútbol sin ellas…
Sirvan estas líneas como homenaje y agradecimiento a tanto sacrificio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario